Introducción
Entre 1939 y 1945 el mundo entero vivió las consecuencias de una “guerra
total” entre los Estados totalitarios (Italia, Alemania, Japón), los países
capitalistas (E.U., Gran Bretaña, Francia, entre otros) y comunistas (URSS).
La guerra se considera total porque en ella no cupieron paces parciales
porque las ideologías pretendían aniquilar los sistemas políticos y económicos
opuestos a sus intereses; además, fue una guerra que se libró en dos grandes
frentes: el primero, Europa y sus dominios coloniales; y el segundo, todo el
continente asiático. Participaron 60 países, de los cuales 24 fueron ocupados y
800 millones de personas sufrieron de manera directa sus consecuencias.
Tras seis años el balance de la Segunda Guerra Mundial fue: la
movilización de alrededor de 100 millones de combatientes provenientes de los
cinco continentes; se estima que cayeron 50 y 60 millones de seres humanos,
entre los cuales más de 40 millones eran civiles (por la destrucción de las
ciudades y del campo, por un Holocausto étnico en Alemania y uno nuclear en Japón).
La Segunda Guerra Mundial evoca imágenes de la bomba atómica, del
genocidio judío, el uso de las armas, personajes como Hitler, Mussolini,
Stalin, Churchill, Eisenhower y Truman, entre otros. A más de 70 años de
distancia nos preguntamos por qué la humanidad llegó a enfrentarse de tal
manera y por qué participaron en la destrucción masiva de sociedades, grupos
étnicos y de culturas. Las respuestas no son sencillas y los mismos
sobrevivientes, filósofos, historiadores y científicos sociales han dado respuestas
y explicaciones distintas de los mismos hechos a lo largo de las décadas
pasadas. Por ello, quiero acercar a este tema complejo con una síntesis de sus
aspectos más relevantes.